El fideicomiso de garantía es un instrumento que todavía no está muy difundido en nuestro país, sin embargo, en algunos países de Latinoamérica, como por ejemplo Paraguay, es el tipo de contrato de fideicomiso más utilizado.

Conforme estadísticas del Banco Central de ese país tenemos que, a junio de 2022, de un total de 2.561 contratos de fideicomiso celebrados, 2442 fueron de garantía, confirmando que el aumento de este tipo de fideicomiso sigue en alza, lo cual señala la clara aceptación y aplicación de la figura como herramienta de garantía de las obligaciones.

El fideicomiso de garantía se puede aplicar en todo tipo de negocio en donde se deba asegurar el cumplimiento de una obligación, siendo el reemplazo óptimo de los derechos reales de garantía como la hipoteca y la prenda.

La dinámica de la figura es la siguiente: quien necesita de financiamiento, ya sea empresas o particulares, transfiere, en su carácter de fiduciante, determinados bienes al fiduciario y quien aporta los fondos para el financiamiento (acreedor) se incorpora al fideicomiso en el carácter de beneficiario.

Es decir, si la empresa XX S.A. necesita financiarse, para garantizar el repago del crédito constituye un fideicomiso de garantía a través del cual transfiere determinados bienes al fiduciario ZZ y le da instrucciones para que, en caso de no cancelar la obligación en tiempo y forma, venda esos bienes (conforme al procedimiento detallado en el contrato) y con el producido le pague al beneficiario YY, que es el acreedor.

Uno de los negocios donde podemos utilizar un fideicomiso de garantía es la compra venta de inmuebles cuando queda un saldo pendiente de pago. En este caso, las ventajas que tiene sobre la hipoteca pueden ser resumidas de la siguiente forma: menores costos de instrumentación, no es necesario recurrir a un proceso judicial, rapidez en el repago de la obligación incumplida, recupero total de lo adeudado, entre otras.

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