Yo te lo garantizo.

Muchas son las circunstancias en las que por el devenir de los negocios debemos recurrir a garantizar las obligaciones que una parte toma a su cargo.

Con la aparición en el mundo jurídico de la figura del fideicomiso, pasamos a tener a nuestra disposición una herramienta que nos permite acceder a esa garantía en forma flexible, ágil y segura desde lo jurídico y lo comercial.

Flexible porque podremos determinar, conforme a las obligaciones asumidas y a las características propias del negocio, la mejor forma de implementar un sistema de garantías.

Ágil, porque al momento de tener que hacer efectivas las mismas podrán los acreedores recurrir a formas mucho más simples y menos costosas que les permitan cobrar lo que se les deba, sin que ello sea un perjuicio total para el deudor. En el caso concreto de tener que vender un determinado bien (mueble o inmueble) se lo podrá hacer a valor de mercado y así, si lo permiten las circunstancias, quedar un remanente que pasará a poder del deudor ejecutado. Esto funciona en la práctica como una garantía autoejecutable.

Segura desde lo jurídico y comercial porque se sabrá de antemano cuáles serán los bienes que garantizan el cumplimiento de determinada obligación y que por el principio de patrimonio de afectación, no podrán ser agredidos por otros acreedores.

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